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Ponemos un contexto... 

El retraso de la sociedad española condicionó la articulación del movimiento feminista. No fue hasta finales del siglo XIX cuando comenzó a nacer un discurso que ponía en tela de juicio la visión tradicional de la mujer. Este fue concebido como el primer paso en el camino hacia la consecución de una sociedad más igualitaria.

La influencia de otros países, las voces progresistas, entre otras, hicieron que el tema de la educación de las mujeres llegara más lejos a finales de siglo. Sin embargo, no fue hasta después de la primera guerra mundial cuando empiezan a aparecer en España las primeras organizaciones feministas llevando consigo reclamos de tipo político. Dichas organizaciones intentaron influir tanto en la opinión pública como en la vida política española con la intención de conseguir una serie de reformas de tipo legal, laboral y educativo que pusiese fin a la discriminación que sufrían las mujeres.

En octubre de 1918 se fundó la Asociación Nacional de Mujeres Españolas (ANME) que con el tiempo se convirtió en la organización feminista más importante de España. Entre sus dirigentes figuraron mujeres como Clara Campoamor o Victoria Kent.

Clara Campoamor fue una mujer sufragista que consideraba a la mujer como ser humano marginado a quien hay que ayudar, estimular y respetar, no mediante falsos paternalismos, sino educándola en la dignidad de su propia condición. Ella siempre estuvo vinculada a los principales movimientos feministas españoles e internacionales y a través de su papel como diputada del Partido Radical, formó parte de la comisión encargada de redactar el proyecto de Constitución de la Segunda República, donde defendió la concesión del sufragio femenino.

Victoria Kent fue la representante de la agrupación que surgió de la ANME llamada Juventud Universitaria Femenina (JUF) en el Congreso Internacional de la Federación Internacional de Mujeres Universitarias celebrado en Praga en 1921.